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lunes, 20 de mayo de 2013

Hortulanus


El cantar del gallo despertó al jardinero una mañana más. El sol tímido al principio, se extendía radiante por las laderas del pequeño pueblo iluminando cada recodo del mismo a su paso. 
El amanecer daba la bienvenida a un nuevo y caluroso día.

El jardinero bostezaba al tiempo que preparaba su desayuno en aquella pequeña y rural cocina situada en frente de su habitación y que compartía espacio con un salón algo mas grande, en el cual una cuadrada mesa de madera estaba rodeada por dos sillas viejas y algo cojas. Un pequeño cuarto de baño completaba el resto de la casa. Sentado en una de las sillas, tomaba el jardinero su café como cada mañana desde hacía ya muchos años. Sin embargo este día era diferente a todos los anteriores. La noche no había sido de las mejores para él y apenas había conseguido conciliar el sueño. Hoy era su último día de trabajo como jardinero en el pueblo. En realidad hacía muchos años que no cobraba dinero alguno por el cuidado y mantenimiento de flores, arboles y jardines que embellecían aquel pequeño pueblo, aun así el jardinero siempre tuvo claro la importancia y la belleza que tenía el sentir de la naturaleza para los seres humanos, empeñados en acabar con ella a medida que el tiempo pasaba.

Eran ya muchos años de soledad los que cargaba el jardinero a sus espaldas. La que fue su mujer, a la que todavía amaba, falleció a causa de una injusta enfermedad. Ella le transmitió la importancia del entendimiento y la felicidad a través del amor, y el jardinero aplicaba toda su dedicación, esfuerzo y amor, a lo que fue la pasión de su mujer: la naturaleza.

En el pueblo tachaban al jardinero de viejo alocado y con graves pérdidas de memoria puesto que desde hacía un tiempo había dedicado gran parte de sus esfuerzos a regar y cuidar los matojos y las malas hierbas. Un día ya cansado, el jardinero decidió dedicarse única y exclusivamente al cuidado y mantenimiento del jardín de su pequeña casa. Su única hija, alarmada por los rumores que circulaban por el pueblo, había decidido trasladarlo a la ciudad junto a ella para que estuviera mejor cuidado. Esta misma noche ella llegaría y mañana a estas horas dejaría el pueblo en el que había nacido y pasado sus 85 años de vida.

Es verdad que a medida que pasaban los días, el jardinero se encontraba mucho más cansado que el día anterior y notaba como su cuerpo no obedecía las ordenes que deseaba llevar a cabo, sin embargo los pensamientos e ideas del jardinero eran lúcidas y claras como el sol que hoy cubría el pueblo. Él sabía que el buen oficio de un jardinero es el de acabar con las malas hierbas segándolas y arrancándolas de donde una vez no fueron tan malas, para que el resto de vegetación pudiese crecer y desarrollarse. Esta era una sencilla tarea que él había realizado en muchas ocasiones a lo largo de los años, sin embargo su visión de la jardinería en particular y de la vida en general había cambiado. Desde hacía un tiempo un dilema moral invadía sus pensamientos e influenciaba sus acciones. Un día más, siendo este el último de sus días de trabajo, aquel dilema volvió a apropiarse de sus sentimientos en el momento en el que salía de su pequeña casa construida con piedra y que llevaba en pie más años de los que él mismo podía recordar. Contempló su jardín generalmente ocupado por grandes y bonitos rosales, al tiempo que sonrió pensando en lo orgullosa que estaría su mujer al contemplar aquella bonita vista.

Comprendía que como todo jardinero, lo fácil era acabar con lo negativo de muchas de las plantas que habían dejado de ser bonitas e iguales al resto de las flores, favoreciendo de esta forma los aspectos positivos de muchas otras que si cumplían con lo que se espera de una bonita y saludable flor. No obstante pensaba que lo verdaderamente complicado era transformar los matojos y malas hierbas en lo que un día fueron bonitos y coloridos rosales. El intentar transformar lo negativo en algo positivo es lo que le hacía diferente al resto de jardineros en particular y de personas en general. Para el jardinero, hasta la peor de las malas hierbas tenía algo positivo que ofrecer al resto de las flores y plantas.

Con la mirada fija en el jardín de su casa y después de más de dos horas dando vueltas a muchas ideas que iban y venían en su cabeza, sentado en aquella hamaca amarillenta que hacía años era blanca y que aún se sostenía con los nudos que había hecho su mujer para colgarla de dos pequeños árboles, el jardinero llegó a una conclusión importante que podía ser aplicada en todos los aspectos de la vida. Ahora sabía que su deber era el de dedicar sus últimas energías en cuidar y mantener los aspectos positivos que la vida le había ido dando, debía hacer crecer los bonitos y esplendorosos rosales de su querido jardín, sin dar de lado los aspectos que un día fueron positivos y enriquecieron su vida, y que ahora no lo eran tanto, los matojos y malas hierbas complementaban el resto de rosales y junto a ellos completaban la totalidad del jardín.

Regadera en mano, el jardinero empleó lo que quedaba de mañana en regar como nunca antes lo había hecho. Regaba con cariño e ilusión tanto a rosas como a matojos por igual, pensando en su buena y amada mujer que de una forma u otra le acompañaba en este último día de trabajo. Sin parar para almorzar, el jardinero pasó la tarde podando algunos de los rosales, echando pesticidas y antiparásitos, y abonando la totalidad de su jardín por partes iguales independientemente de que las hierbas fueran buenas o no tan buenas, para él todas eran hierbas y eso era lo importante. Exhausto terminó cuando ya el sol se escondía por el lado contrario del que había salido aquella mañana.

Al día siguiente el jardinero se levantó unas horas antes y salió a su jardín por última vez. Horas después su hija le encontró regando y con la mirada perdida en lo que había sido su vida y la pasión de una mujer a la que seguía amando. Cuando ambos se dirigían al coche, el jardinero cortó la más hermosa de las rosas y la dejó bajo su puerta después de besarla y que una de sus lagrimas murieran en uno de los rojos pétalos de infinita belleza que formaban aquella majestuosa flor.

Meses después de que el jardinero abandonase el pueblo que le vio nacer y crecer, y pese al agua que recibían de otros muchos jardineros, todas las plantas, árboles y jardines del mismo, enfermaron de pena y se secaron en cuestión de días ante la impotencia de los habitantes que no entendían tan extraña situación. Tan solo algunas rosas del jardinero seguían en pie junto con los matojos y malas hierbas que yacían a los pies de las mismas y servían de abono natural para estas.

El jardinero se marchó del pueblo y solo sus cenizas regresaron para descansar sobre la tierra en la que nació, creció y vivió toda su vida, fueron sus cenizas las que un día más, sirvieron de abono para su jardín.

Dedicado a todas aquellas personas que como el jardinero son fieles a sus ideas, que siempre tratan de formar un jardín repleto de belleza aún con el riesgo de saber que las malas hierbas pueden echarlo todo a perder, porque los límites son cuestión de poca cosa si queremos y tenemos voluntad e ilusión de superarlos.

Guillermo CH
2011

domingo, 5 de mayo de 2013

Twitter: 15 curiosidades


  1. Desde Enero del 2013 Justin Bieber (@justinbieber) es la persona más seguida.
  2. El pajaro del logo de Twitter se llama Larry.
  3. El porcentaje de twitteras es mayor que el de twitteros.
  4. El nombre original de Twitter era "twttr".
  5. Twitter supera los 200 millones de usuarios.
  6. El martes acostumbra a ser el dia de la semana que mas tweets se mandan.
  7. El 26 de Marzo de 2006 Jack Dorsey envio el primer tweet de la historia.
  8. El primer tweet desde el espacio tuvo lugar en Enero del 2010.
  9. La palabra que mas veces se ha twitteado es Twitter.
  10. Es considerado como el SMS de Internet.
  11. El record de Twitter son 6939 tweets enviados en un solo segundo.
  12. Se tardo 3 años, 2 meses y 1 día en mandar los primeros 1.000 millones de tweets.
  13. Más de 800.000 personas usan Twitter en España.
  14. El inventor del #hashtag fue Chris Messina.
  15. Todo en las oficinas de Twitter gira alrededor de los pájaros; las salas de de juntas tienen nombres de distintas especies y los colgadores para los abrigos tienen forma de ramas de árboles.